25 octubre 2025
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Santo Domingo

El sistema económico y el sistema político de la sociedad dominicana

“No hay pasión alguna en conformarse y hacer el mínimo esfuerzo, ni aceptar una vida que no esté a la altura de lo que cada cual es capaz de vivir”. (Nelson Mandela).

Un sistema económico es el conjunto de instituciones jurídicas y sociales en el seno de las cuales son puestos en práctica para asegurar la realización del equilibrio económico, ciertos medios técnicos, organizados en función de móviles dominantes. Para los marxistas, llaman al sistema económico el conjunto de las relaciones de producción. El sistema económico deriva en todo el cuerpo, el conjunto de instituciones, de normas, de actividades y relaciones que coadyuvan, que conducen, a la realización económica.

Cada sociedad, aun en medio de un país capitalista, de una sociedad enteramente de mercado, tiene su propia realidad, que es lo que se llama en sociología: Formación social determinada. Esto es, una misma clase empresarial, empleadora o burguesía se encuentra configurada de acuerdo no solo al grado de desarrollo de las fuerzas productivas per se, vale decir, en sí misma, sino, al mismo tiempo, a su historia, a su cultura y al nivel de entretejidos que guarde esa clase dominante con el poder político, en cada momento y en cada época.

El sistema económico en los últimos 30 años ha avanzado exponencialmente en todas sus dimensiones: tamaño de la economía, de un PIB corriente en dólares en 1996 de US$17,516.8 dólares a US$121,691.7 millones de dólares en 2023, llegando al final de 2024 a US$128,000 millones de dólares. De un ingreso per cápita en dólares hace 30 años de US$2,070.5 a la actualidad a US$11,611. Veamos el cuadro del Banco Central que muestra la fisonomía económica dominicana desde 1991.

PeríodoPoblaciónPIB CorrientePIB CorrientePIB CorrientePIB CorrientePIB Referencia 2007
(Miles)(Millones de RD$)(Percápita en RD$)(Millones de US$)(Percápita en US$)(Indices Encadenados)
       
19917,241.9123,551.917,060.69,680.11,336.740.7
19927,374.7145,067.319,671.111,471.01,555.545.2
19937,510.6163,513.021,770.912,987.61,729.248.6
19947,641.6184,769.424,179.314,368.81,880.349.8
19957,770.6214,123.027,555.516,088.72,070.552.7
19967,897.1235,250.329,789.517,516.82,218.155.8
19978,022.9280,362.834,945.219,822.32,470.760.8
19988,151.9318,649.039,088.921,230.42,604.364.9
19998,275.9350,520.142,354.422,002.72,658.768.7
20008,397.8393,303.046,834.024,107.02,870.671.9
20018,513.0427,319.150,196.125,261.12,967.473.7
20028,627.5477,430.255,338.125,770.22,987.077.0
20038,745.1628,611.071,881.620,845.72,383.776.0
20048,857.6935,984.7105,669.723,186.62,617.777.9
20058,968.11,083,445.0120,810.435,911.74,004.485.3
20069,071.51,261,399.7139,051.538,059.14,195.593.1
20079,174.11,458,416.5158,971.844,092.34,806.2100.0
20089,279.61,661,642.7179,064.048,212.65,195.5103.2
20099,380.21,736,041.1185,076.048,313.35,150.6104.2
20109,478.61,983,201.7209,229.153,889.65,685.4112.9
20119,580.12,210,213.9230,707.958,074.66,062.0116.4
20129,681.02,386,016.2246,464.860,739.96,274.2119.6
20139,784.72,619,769.7267,742.062,724.36,410.5125.4
20149,883.52,925,665.1296,015.567,254.46,804.7134.2
20159,980.23,205,655.1321,200.171,243.07,138.4143.5
201610,075.03,487,292.5346,131.775,759.47,519.5153.1
2017 (p)10,169.23,802,655.8373,939.680,024.57,869.3160.2
2018 (p)10,266.14,235,846.8412,603.385,536.98,331.9171.4
2019 (p)10,358.34,562,235.1440,441.688,906.18,583.1180.1
2020 (p)10,448.54,456,657.4426,535.778,829.07,544.5168.0
2021 (p)10,535.55,392,714.1511,859.594,523.78,971.9188.6
2022 (p)10,621.96,260,564.0589,399.4114,004.610,732.9197.8
2023 (p)10,711.26,820,019.3636,721.2121,691.711,361.2202.4
 

         Fuente: Banco Central de la República Dominicana

El capitalismo se ha expandido y todas las formas de producción están claramente subordinadas a las relaciones económicas y sociales de una sociedad propia de mercado. Esa misma burguesía se ha diversificado y han surgido cientos y miles de empresas que hace 30, 20, 10 años no existían. El peso del empresariado externo también cobra mayor importancia, dada una economía abierta como la nuestra.

En nuestra sociedad, la clarificación y clasificación de la burguesía por áreas de la economía no guarda una explicitación configurada por su esfera de ponderación económica. Hay si se quiere una verdadera fusión entre los actores económicos en las distintas fraguas del peso del dominio económico. Vale decir, burguesía comercial, industrial, agrícola, bancaria, financiera, se encuentran entremezcladas en unos mismos actores económicos. Encontramos un mismo empresario que tiene organizaciones en diferentes áreas: industrial, comercial, de la esfera de la industria de la construcción y al mismo tiempo empresario de medios.

Para los años 70 del Siglo XX, el peso de la burguesía agroindustrial era el de mayor calado en la economía dominicana (azúcar, café, cacao, tabaco), lo que se bautizó como la economía del postre. En los años 80 del referido siglo, el auge de las industrias manufactureras, merced a las leyes de incentivos, pasaron a ocupar un dominio mayor en los indicadores de la economía. A partir del año 2000, mayormente, el peso de la burguesía financiera, comercial (servicios) acusaron una mayor cuota en el andamiaje económico dominicano. A pesar de que la clase dominante, la hegemonía en la sociedad de mercado, se ha ampliado, ha sido creativa, innovadora, no tanto como espacio de la “destrucción creativa” de Schumpeter, el lastre del rentismo del síndrome de la relación de esta en su fase de génesis del Siglo XIX, han prolongado con el estado, todavía hoy en el Siglo XXI, una singularidad de paternidad y de botín con el Estado dominicano.

El espíritu emprendedor que ha de caracterizar al empresario en nuestra sociedad no es tan halagüeño, pues se cimenta, insertan, instalan e incorporan en la relación con el Estado, vía la rentabilidad “y la seguridad” de la inversión. Ese pasado prolongado en el presente la ha seguido resignificando en la perspectiva de oligopolio y monopolio. En este sistema económico, más allá de su auge y aumento, la esfera de oligopolio y monopolio ha conducido a una endogamia, en todos los planos de la dimensión humana, de los cuatro roles del ser humano.

Es esa visión prolongada del pretérito que ha posibilitado que la burguesía de hoy tenga una estrecha relación con el sistema de partidos y, con ello, con el sistema político dominicano en su añeja visión, costumbre de no propiciar la competitividad. Hay un divorcio, cuasi un abismo, entre el régimen económico y el sistema económico. En sus artículos 217 y 218 la Constitución señala:

Artículo 217 “Orientación y fundamento. El régimen económico se orienta hacia la búsqueda del desarrollo humano. Se fundamenta en el crecimiento económico, la redistribución de la riqueza, la justicia social, la equidad, la cohesión social y territorial y la sostenibilidad ambiental, en un marco de libre competencia, igualdad de oportunidades, responsabilidad social, participación y solidaridad.

Artículo 218 “Crecimiento sostenible”. La iniciativa privada es libre. El Estado procurará, junto al sector privado, un crecimiento equilibrado y sostenido de la economía, con estabilidad de precios, tendente al pleno empleo y al incremento del bienestar social, mediante utilización racional de los recursos disponibles, la formación permanente de los recursos humanos y el desarrollo científico y tecnológico.

Nuestra burguesía en su discurso es transparente, exige rendición de cuentas, habla de corrupción, de impunidad, empero, lleva sobre sus hombros estos alicates de degradación, perversión e inmoralidad, al tiempo que propicia al sistema de partidos con el grado de opacidad que hoy caracteriza a los partidos políticos en la sociedad dominicana. Reciben dinero privado mayormente del empresariado, sin embargo, no queda transparentado, ni siquiera quienes de ellos “colaboraron”, en una falta de autenticidad e integridad pasmosa. Es lo que da pie, pauta y guía para la primera y más devastadora relación clientelar entre el Estado y los sectores económicos.

Esas “ayudas” se convierten en el eje central para la corrupción más amplia, más nefasta para la vida institucional, que marca la más significativa de la podredumbre: la captura del estado y, con ella, la anomia institucional.

 AgropecuarioIndustriasComercioIntermediación Financiera, Seguros y Actividades ConexasPIB
2024 acumulado (Millones de RD$)329,723.51,997,652.5887,064.4300,278.17,402,888.5
2024 acumulado (Millones de USD$)5,534.133,528.914,888.65,039.9124,251.2
2024 acumulado como porcentaje del PIB4.45%26.98%11.98%4.06% 
2025 acumulado a junio (Millones de RD$)190,497.01,023,526.9465,953.5166,456.53,892,343.6
2025 acumulado (Millones de USD$)3,070.116,495.27,509.32,682.662,729.1
2025 acumulado como porcentaje del PIB4.89%26.3%11.97%4.28% 

Sistemas de partidos es el conjunto de partidos que hay en una sociedad, que conforman unas determinadas relaciones. El sistema de partidos deriva, engloba a los actores políticos que nos hacen ver su organización, su funcionamiento y, en consecuencia, la personalidad y carácter del régimen político. Los sistemas de partidos pueden ser: competitivos y no competitivos. Los competitivos se desglosan en bipartidistas y pluripartidistas y de partido dominante. Los no competitivos, a su vez, pueden ser de partido único y de partido hegemónico.

El sistema de partidos de la sociedad no cumple con el artículo 216 de la Constitución, relativo al Capítulo III, de los Partidos políticos, en ninguno de sus tres numerales, que conforman sus fines esenciales:

  1. Garantizar la participación de ciudadanos y ciudadanas en los procesos políticos que contribuyan al fortalecimiento de la democracia;
  2. Contribuir, en igualdad de condiciones a la formación y manifestación de la voluntad ciudadana, respetando el pluralismo político mediante la propuesta de candidaturas a los cargos de elección popular;
  3. Servir al interés nacional, al bienestar colectivo y al desarrollo integral de la sociedad dominicana.

La política ha de visualizarse en todo su arco, como estructura o máquina, organismo o mercado. De ahí deviene el sistema político, que, en su definición más general, conlleva una organización compleja que ha de cristalizar el marco regulatorio y de control del Estado dominicano. El sistema político ha de tener como base la Constitución, que viene a ser la espina dorsal, categorial de la organización del Estado. El sistema político conduce a la interrelación entre lo económico (estructura económica), lo social (estructura social) y lo cultural. Todo esto, en un proceso de inputs y outputs dentro de los elementos del sistema, en el contexto, en su entorno, con sus demandas y conflictos.

Hablar, pues, de sistema político es visibilizar la relación permanente entre el entorno y la política, la dinámica de las relaciones de poder. Lo que plantea el efecto recurrente de la política como expresión de tensiones y conflictos, especificidades de la interactuación humana, de relaciones sociales que, en su verticalidad u horizontalidad del nivel de gestión, afectan diferentes colectivos sociales.

En nuestra formación social, sistema económico y sistema político, como parte medular de la infraestructura y la superestructura, acusan una brecha con una sociedad que exige más acción axiomática con una sociedad de mercado en el Siglo XXI, en su tercera década. Un sistema de partidos caduco, anquilosado, con profunda parálisis paradigmática, que recrea una burguesía rentista y propicia por la corrupción, el desarrollo de una economía sumergida y subterránea, lo que trae consigo que el sistema político dominicano haya que empujarlo y ya no puede ser, a través de la generación pérdida, en el laberinto de la guerra fría.

Necesitamos personas de transición, que son aquellas caracterizadas por ser luz en épocas de oscuridad, como la que estamos viviendo, son modelos, no críticos. En este mundo de hoy, de época de cambio y de cambio de época, en simbiosis, ameritamos de catalizadores, de soñadores de futuro, no del pasado añoso con tanta zonas grises y de opacidad.

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